jueves, 10 de marzo de 2011

Capítulo 1: Sombras y Regalos

El suave ruido del ventilador del ordenador y el paulatino “clic” del ratón, era lo único que se escuchaba en toda la habitación. “La porte San Michael” pensó Alicia mientras observaba con detalle la escultura del arcángel tallado en mármol blanco. Podría haberse tirado todo el día observando aquella estatua, esperando a que terminara de rematar con su lanza al demonio que tenía el príncipe de los ángeles bajo sus pies.

    - ¿Has sacado ya las fotos de la cámara Alicia?- preguntó Gissele a su hija.
    - Eh… sí, en ello estaba ahora mismo.-dijo la chica haciendo un esfuerzo por responder mientras rectificaba su postura en la silla para volver a sus quehaceres.

Antes de que prosiguiera con su tarea y pudiera pasar de foto, su madre entró en la habitación y se fijó en el monitor del ordenador.
    - Me alegro que te gustara Lourdes, hija.-afirmó Gissele.- Veo que te has obsesionado con esa escultura ¿eh? Sino fuera por papá, estarías allí igual de quieta que esa estatua.- bromeó su madre.
    - Mamá…no seas así.-contestó Alicia con un tono de reproche en su voz. – Ya sabes cuánto me gustan las esculturas de este tipo. Cuando fuimos al la iglesia del Valle de los Caídos y vimos aquellos ángeles en bronce tan grandes, o en Sevilla, aquel ángel anunciador …
    - ¿Te acuerdas del viaje a Sevilla?¿De lo que hicimos? – preguntó Gissele abandonando aquel tono jocoso para volverse más serio.

La chica se volvió de su asiento. No comprendía porqué su madre había cambiado de humor tan de repente. Se quedó unos segundos esperando a que su madre añadiera algo más mientras escudriñaba su rostro. Finalmente se limitó a contestar:
    - Mamá con seis años que tenía cuando hicimos ese viaje, no esperes que me acuerde de mucho.- sonrió mientras volvía la vista a la pantalla de nuevo.
    - Es verdad hija, con seis años, no creo que nadie se acuerde de las cosas que le ocurren con detalle.- comentó mientras le atusaba el cabello a su hija.- Que descanses cariño.-dijo mientras besaba la cabeza de su querida y única hija.
    - Tú también.- respondió esta.

Y de nuevo el único ruido que se escuchaba en toda la casa era su ordenador, y el continuo repiqueteo de los dedos sobre el teclado.
Al rato, Alicia comenzó a sentirse muy cansada y con el cuerpo entumecido de estar tanto tiempo con la misma postura sentada en la silla. Si de algo no se hartaba Alicia, era de pasarse horas frente a un ordenador o un libro. Eran sus pasatiempos favoritos. Se levantó de su asiento estirándose como un gato recién despertado de su siesta y se puso a mirar por la ventana de su habitación.
Era una noche cerrada de la que a penas se veían vestigios de alguna estrella debido a las fuertes luces de la ciudad. Madrid era demasiado grande y luminosa, como para dejar pasar el leve titileo de las estrellas. El cristal de la ventana le devolvía como un espejo su propio reflejo, y mientras se peinaba el largo oscuro cabello azabache que caía en cascada casi hasta la cintura, se dispuso a mirar por la ventana. Lo único que verdaderamente apreciaba y merecía la pena de aquellas vistas, era ver el ángel que coronaba el edificio Metrópolis, ya que el piso donde vivían estaba situado cerca de la gran vía.
Aunque hacía largo rato que Alicia había acabado de cepillarse la melena, ella siguió mirando al ángel de bronce negro que de noche se volvía dorado debido a la iluminación. La chica notó de nuevo el cuerpo entumecido, esta vez debido al frío y mientras se frotaba los brazos para entrar en calor, le pareció ver una sombra moviéndose sobre el mismo ángel que llevaba minutos mirando. Por un momento se quedó escudriñando las luces y sombras de la azotea del edificio Metrópolis intentado ver de nuevo “algo”, hasta que se dio por vencida achacando aquello al sueño ya que comenzó a bostezar y a notar como la cama llamaba a su cuerpo.

Sin saber muy bien porqué, apareció un ángel con alas extendidas y tocando una trompeta, como si anunciara la llegada de alguien con su toque…el ángel anunciador… y mientras lo decía para sí, sonó lo que parecía una gran trompeta, como si aquella escultura que adornaba la fachada de la universidad, hubiera cobrado vida, y anunciara la llegada de nuevos visitantes. De repente, todo se tornó negro para gradualmente empezar a vislumbrar lo que parecían las punteras redondas de unos zapatos de pulsera. Estos, pertenecían a una niña pequeña sentada en el suelo de un pasillo umbrío y solitario. A lo lejos se oían voces, e intentando prestar atención a lo que decían, escuchó:
    - ... pero si tan sólo es una niña. Por… sólo tiene seis años…- habló una voz de mujer sollozando.
    - Señores, les ruego que se sienten y se tranquilicen por favor, y sean razonables.- dijo una voz masculina.
    - ¿razonables? Creo que estamos siendo muy razonables, señor Castillo. Piense por un momento de manera objetiva, y dígame si entregaría a alguno de los suyos para no verlos nunca más. –habló un segundo hombre con un notorio acento inglés.
    - Pero la ley….-dijo la primera voz.
    - Sus leyes…hace tiempo que dejamos de estar bajo ellas. Así que déjese de demagogias.-dijo el inglés con desdén.- Tanto mi esposa como yo, hemos tomado una decisión sobre el tema que nos concierne, y hasta que ella no pueda decidir por sí misma, nuestra respuesta seguirá siendo un “no” categórico. Buenas noches.

Lo siguiente que se escuchó fue el abrir y cerrar de una de las puertas de aquel pasillo y las pisadas de dos personas que caminaban al unísono y en silencio. La pareja se detuvo ante la niña dormida en el suelo, y como si fuera una muñeca de porcelana, la tomó el hombre en brazos mientras la mujer acariciaba el pelo de la pequeña.
    - Mi niña… susurró la mujer mientras todo se tornaba oscuridad de nuevo.

Alicia volvió a escuchar aquella frase de forma repetida, como si se tratara de un eco. Le pareció escucharlo de nuevo cuando por fin logró abrir los ojos y encontrarse con la tez clara de su madre a pocos centímetros.
    - ¿mamá? – preguntó la chica recién despierta mientras se restregaba los ojos contra la manga del pijama.
    - Feliz Cumpleaños cariño.-dijo su madre depositando un dulce beso en la cabeza de la chica.
    - Sí, feliz cumpleaños Alicia.-dijo sonriendo Michael, el padre de Alicia.
    - Hoy es mi…-Alicia no pudo terminar la frase a causa del bostezo.
    - Sí Alicia, hoy es tu cumpleaños. Un precioso 14 de Febrero en el que nuestra hija cumple nada menos que 17 años, ¡toda una mujer!- exclamó su padre con sorna.
    - ¡Papá, venga ya! Ahora no me vengas con lo de “madurar hasta convertirse en adulta”, “tomar mis propias decisiones”, y demás.- contestó la hija con desdén.
    Alicia vio como sus padres cruzaron miradas por un instante y los tres se quedaron en silencio.
    - Lo que tu padre quiere decir, es que hoy es un día importante y que tiene algo que darte.-comentó de repente Gissele mientras le daba un pequeño empujoncito a su marido.
    - ¡Ah, es verdad! Toma esto es de los dos.- dijo sacando una pequeña caja envuelta.

Alicia salió rápidamente de la cama para coger el regalo y sentarse para abrirlo. Tanteó un poco el paquete para intentar adivinar por su peso que era, pero no se le ocurrió nada. Sonrió a sus padres para justo después comenzar romper el papel que envolvía la caja. Cuando abrió el regalo, se encontró con un marco de foto de plata y una foto de sus padres y ella de espaldas al ángel S. Miguel de una de las puertas de Lourdes. La chica se levantó de repente como si fuera un resorte y abrazó a sus padres de forma efusiva.
    - Me encanta, es precioso, de verdad. Muchas gracias a los dos.- dijo Alicia aún achuchando a sus padres.
    - La verdad es que tardamos un poco en decidirnos. Nos alegra que te guste la sorpresa. Además, eso está bien, porque aún no acaban ahí.- dijo su padre con entusiasmo.- señoritas, les ruego que se arreglen. Hoy tenemos varios sitios a donde ir y...
    - ¿Pero papá, y tu trabajo? ¿y el instituto?- miró la chica extrañada a sus padres.
    - Verdaderamente tienes un problema, Alicia. ¡Mira que no saber que hoy es Domingo!

Una carcajada general resonó en toda la casa. Sin duda hoy va a ser un buen día- pensó Alicia.
La familia Lainghurst, se dedicó a visitar el centro comercial, la librería para deleite de Gissele y Alicia, así como ir al cine, comer y cenar en buenos restaurantes, etc. Los padres de Alicia no es que ganaran grandes sumas de dinero, pero vivían cómodos y sin muchas ostentaciones, tan sólo lo necesario y poco más.
Tanto Alicia como sus padres, iban comentando alegremente todas las cosas que habían hecho a lo largo del día, enumerando los ricos platos de la cena que habían tenido en uno de los más prestigiosos restaurantes italianos de todo Madrid, mientras caminaban al parecer, sin rumbo alguno.
    - Bueno, ya hemos llegado a nuestra última parada por hoy.- anunció Michael a su familia. Madre e hija se miraron la una a la otra sin saber muy bien qué había de especial en aquel lugar.- Aquí chicas, mirad esto.-dijo señalando a un cartel que había junto al portal de un edificio.
    - Jornada Nocturna de puertas abiertas del ¡edificio metrópolis!-gritó entusiasmada Alicia.- Eso quiere decir...
    - ...que podemos subir a la azotea y tener unas bonitas vistas.-terminó la frase su padre.

Alicia arrastró a sus padres con impaciencia al interior del edificio. Estaba deseosa llegar arriba y ver por fin de cerca aquel ángel que contemplaba todas las noches desde su ventana. La joven estaba tan contenta con aquello, que la ilusión la había convertido en la pequeña Alicia de hacía 10 años. Al llegar a la azotea, ella no paraba de ir de un murete a otro contemplando desde arriba lo diminutas que se veían las personas, como si fueran hormigas. Y allí, estaba iluminado con una luz dorada desde abajo que hacía que el negro se volviera oro durante las horas que permanecía la noche en la ciudad. De repente, Alicia recordó la sombra que creía haber visto la noche anterior, y pensó entonces que podría haber sido un pájaro posado en la escultura, o su propia mente jugándole una mala pasada a causa del sueño.
    - Papá, ¿podrías hacerme…?
    - ¿una foto?- volvió a terminar el padre la frase de su hija.- Estaba todo planeado.-dijo guiñándole un ojo.- Ponte tú también cariño.-dijo dirigiéndose a su esposa.- ¡Sonreíd chicas!
    - Hoy ha sido el mejor día de todos.-susurró Alice a su madre que le estaba abrazando para la foto.
    - Me alegro cariño.- dijo su madre tras saltar el flash de la cámara.- Cierra los ojos Alice.- le pidió.-Ya puedes abrirlos.- le instó Gissele a su hija.

La chica notó que en su pecho notaba algo frío al tacto con la piel, y cuando bajó la cabeza descubrió que su madre le había colgado del cuello el medallón que siempre llevaba su madre con una especie de dibujos semejantes a las runas celtas con una pequeña piedra dorada.
    - Mamá… es tu colgante favorito.- dijo con reprochandole a su madre.
    - Quiero que te lo quedes.- le sonrió esta mientras abrazaba entre sus brazos a Alicia.
    - Perdonadme que rompa este momento tan tierno.- dijo Michael con humor. – pero hay una última cosa, tomad, Feliz día de San Valentín.-felicitó a las dos mientras le entregaba una rosa a cada una y besaba ligeramente a su esposa.

Después de que la familia echara un vistazo más a las vistas contempladas desde aquella azotea, decidieron marcharse a casa, al fin y al cabo, el día siguiente era lunes, y todos tenían que trabajar. Salieron del edificio Metrópolis, enfundados en sus correspondientes abrigos y bufandas, de vuelta a su hogar. El matrimonio iba abrazado mientras que la hija caminaba al lado de su madre, llevando los tres el mismo ritmo. Se había hecho tarde, y por extraño que pareciera, las calles estaban silenciosas y sin un alma en ellas. Alicia vio como su padre echaba la vista atrás de vez en cuando, y cuando entraron en una de las pequeñas bocacalles de la avenida, le pareció escuchar el sonido de unos pasos que no procedían de ninguno de ellos y fue entonces cuando miró hacia atrás, descubriendo que tres hombres caminaban en silencio tras ellos. En aquel momento, Michael instó en susurros a que caminaran más rápido, como si hubiera leído la mente de Alicia al ver a aquellos tipos. No sabía muy bien porqué, pero a ella no le inspiraba nada bueno lo que estaba pasando, menos aún cuando al acelerar el paso la familia, lo hicieran también aquellos tres transeúntes. Alicia comenzó a respirar un poco más tranquila cuando vislumbró el portal de su casa entre las luces y sombras de las farolas. Gissele rebuscó en los bolsillos de su abrigo hasta encontrar las llaves del portal, y justo cuando iba a meterla en la cerradura, se oyó decir por detrás:
    - Buenas noches.-
    - Buenas noches, señores.- dijo Michael de forma cortés.
    - Mis colegas y yo nos hemos quedado sin pasta, nos preguntábamos si ¿podría darnos algo de dinero o quizás algo de valor?- preguntó con voz ronca uno de los individuos.
    - Me temo que ni mi familia, ni yo llevamos nada de eso.-respondió el padre de Alicia de forma serena.- Si nos disculpan.- dijo intentado zanjar la conversación.
    - Me temo que no es posible, señor.-dijo el transeúnte más delgado, arrastrando la palabra señor para recalcarla.-Por un momento lo he creído, pero su mujer está un poco nerviosa, me parece que ella no sabe mentir tan bien como usted.- dijo riéndose a carcajadas mientras le daba un codazo a uno de sus “colegas” para que se riera también.- Dadnos todo lo que tengáis.-finalizó sacando la hoja de lo que parecía una navaja.

Gissele comenzó a sollozar en silencio mientras rebuscaba en su bolso para sacar la cartera y dar todo el dinero que llevaba encima, así como el anillo de casados que llevaba en sus dedos, Michael recogió en sus manos lo poco de valor que llevaban tanto él como su mujer.
    - No tenemos más que esto. No queremos problemas.-dijo el padre de Alicia mientras lo depositaba todo en el suelo.
    - La chica- dijo el más corpulento de aquellos tres, y que había estado en silencio todo el tiempo.
    - Es verdad…vamos tú también, haz como tus padres y suelta lo que tengas.- soltó uno de ellos con brusquedad.

Alicia se abrió un poco el cuello del chaquetón y dejó entrever la cadena con el medallón que momentos antes le había regalado su madre.
    - …ese medallón. Traedlo.-comentó el más corpulento de los tres atracadores.
    - Vamos, ya has oído muñeca, suéltalo.
    - No lo hagas Alicia.-ordenó su padre a Alicia mirándole de reojo.- Me temo que no podremos entregarle tal cosa. Es una reliquia familiar, carente de valor.-explicó mientras se interponía entre los atracadores y ellas.
    - Odio los salvadores.- dijo el de la navaja escupiendo las palabras.-Vamos, quítate de en medio, y tú suelta ese estúpido medallón, no tengo toda la noche.-fue entonces cuando le puso la navaja en el cuello a Michael.

De repente, Alicia vio como su padre estaba haciéndole una llave en el cuello al que le había amenazado con una navaja.
    - Gissele, Alicia ¡Corred!- chilló a su familia mientras el ratero gritaba de dolor.
    - Estúpido.- insultó el más corpulento. Fue entonces cuando se giró Alicia y vio como su padre era apuñalado por la espalda con la navaja.- Encárgate de él.
    - ¡NOOO! ¡PAPÁAA!.-gritó Alicia emborronándose la vista a causa de las lágrimas.
    - ¡CORRE ALICIA!¡CORRE!-dijo la madre de esta mientras tiraba del brazo de su hija.

Ambas mujeres echaron a correr por aquellas estrechas calles adoquinadas. Alicia vio como de repente pasaba un borrón a su lado y se paraba en seco delante de su madre.
    - No podréis escapar, señoritas.- dijo el que había sacado la navaja.
    - No van a escapar.- sentenció el que había apuñalado a Michael que ahora chorreaba sangre de su boca y con un extraño brillo en sus ojos.

Madre e hija se vieron acorraladas por aquellos dos individuos, mientras apoyaban espalda contra espalda para cubrirse la una a la otra.
    - Te quiero Alicia.- susurró su madre.
    - ¿mamá?- preguntó Alicia, pero Gissele ya no la escuchaba.
    - ¡Adriel! – Alicia vio un fulgor plateado saliendo disparado de la mano de su madre a la pierna de uno de los atracadores. -¡HUYE ALICIA!-gritó su madre mientras uno de ellos se lanzaba hacia Gissele y le atacaba.
    - ¡Maldita zorra nefilim!- oyó decir al atracador mientras la chica salía corriendo de aquellas calles.

Alicia siguió corriendo mirando siempre hacia atrás con los ojos anegados en lágrimas de pura angustia y terror, asegurándose de que nadie le perseguía, fue entonces cuando chocó con algo y chilló de pura desesperación, pensando que iban a matarla a ella también.
    - Eso ha dolido.-dijo con tono jocoso una voz diferente a cualquiera de las que había oído antes.

La joven se atrevió a mirar hacia arriba, y aunque veía de forma borrosa pudo comprobar que no era ninguno de sus perseguidores, sino un chico rubio de ojos dorados.
    - Corre…vienen a por mi…mis padres…-tartamudeó turbada por la conmoción y aún tirada en el suelo.
    - ¿Estas herida?- preguntó el chico señalando a su abrigo mientras la ayudaba levantarse.

La chica negó con la cabeza observando manchas oscuras y rojizas que habían aparecido en su abrigo. Ella se echó a llorar pensando que aquella sangre pudiera ser de alguno de sus padres, y una risa gutural retumbó por toda la calle….
    - Quédate aquí.- dijo el chico poniéndose delante de ella a modo de protección.
    - Debe de ser mi día de suerte.- dijo aún riéndose y relamiéndose parte de la sangre que tenía en la cara.-Eres el segundo de tu calaña que me encuentro esta noche ¿sabes?- comentó el más robusto de los asaltantes.
    - También es mi noche de suerte, voy a estrenar mis cuchillos contigo ¿sabes?- contestó en inglés de forma irónica, haciendo caso omiso del comentario anterior.
    - Te va a costar cara esa chulería, nefilim.- rugió el delincuente.

Alicia estaba mirando atónica, era como si la vista le estuviera jugando una mala pasada, ya que a veces le parecía ver colmillos asomándole de los labios a su perseguidor, así como unos ojos muy oscuros y casi inhumanos. De forma inesperada, aquel ser oscuro se abalanzó sobre el chico que la estaba protegiendo, la criatura hizo ademán de darle una especie de zarpazo, el cual esquivó con una grácil agilidad. Alicia vio como una sombra avanzaba por detrás deslizándose rápidamente entre los pies del ser oscuro, clavándole en el muslo algo punzante que brillaba con el mismo fulgor que había visto antes. El ser cayó al suelo y rugió por el dolor que sentía en la recién herida abierta. Fue entonces cuando apareció otro fulgor plateado, esta vez de las manos del chico rubio, el cual, aprovechando que el ser oscuro estaba con una rodilla en tierra y distraído por el dolor, saltó hacia él, apoyándose en el hombro de aquella criatura, seccionándole limpiamente el cuello, mientras se dejaba caer al suelo a la espalda de su contrincante. La sombra del suelo se levantó resultando ser otro chico que parecía algo más fatigado que el rubio.
    - Dave, uno de ellos ha escapado. –habló en inglés jadeando aún por la batalla.-Los otros dos han muerto, pero…traigo malas noticias.-dijo esta vez en español, mirando con sus ojos azules a Alicia.
    - ¿Mis…mis padres… mis padres…han?- tartamudeó Alicia, mientras lágrimas caían sin cesar rodando por sus mejillas. De repente todo alrededor de Alicia se tornó negro y fue sintiendo como las fuerzas abandonaban su cuerpo y caía a cámara lenta al suelo.

Con la misma agilidad demostrada en batalla, Dave recogió a la chica antes de que cayera inconsciente al suelo, como si fuera una de tantas otras veces que la hubiera alzado en brazos.

6 comentarios:

Pitu dijo...

Buenisima historia! me hago seguidora, sin ninguna duda

Ryuka dijo...

Ohh!! Muchísimas gracias Pitu ^^, me dado muchísima alegría descubrír que tenía un comentario y de ver que por fin alguien ha estrenado el botón de "Seguir este blog".
Besotes!! ^^

Marina dijo...

Buah me encanta, es genial! Voy a leer todos los caps. Un beso!

Ryuka dijo...

Muchísimas gracias a tí también Marina, me alegra haber conseguido más seguidores, y sobretodo que os guste la historia. Espero más comentarios en los otros capítulos. Muchos besotes !! ^^

bat. dijo...

Acabo de empezar a leer tu
historia & esta simplemente
genial!!
Sigue asi!! C=

Ryuka dijo...

Muchíisimas gracias princzs ^^, intentaré mantener el ritmo y seguir dejando cada 1 o 2 semanas un capítulo de la historia porque lo voy escribiendo sobre la marcha XD. Estoy muy contenta de tener otra seguidora más en mi humilde blog, me hace muy feliz en serio ;D. Creo haber comentado que este fin de semana tendríais el siguiente, pero quizás no pueda ser así debido a algunas cosas que me han surgido. Lo intentaré por todos los medios.
Besotes !!! ^^

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