domingo, 20 de marzo de 2011

Capítulo 4: Caleidoscopio [Completo]

Estaba oscuro, sólo se oía el rítmico golpeteo de unos zapatos contra los adoquines, y una respiración fatigada. Poco a poco se fue vislumbrando lo que parecía una calle y comenzó a verse una tenue luz que la iluminaba. Era una farola derramando su luz sobre un par de siluetas familiares, que se hallaban bajo el foco. El final de la calle cada vez estaba más cerca, y lo que al principio se antojaba que aquellas figuras hacían señas para que fuera a sus brazos y marcharan juntos, resultó ser una amalgama de sombras enzarzadas en una lucha. No la estaban llamando, lo que estaban era intentando evitar que se acercara más al lugar. De repente dos figuras cayeron al suelo y la pelea cesó.

    - ¡¡NOOOOO!!-se oyó gritar inesperadamente a una voz femenina.
Era Alice, quien se despertó jadeando empapada en sudor y lágrimas. Se levantó de la cama, limpiándose la cara con la manga del viejo pijama de rayas de Rose.

Miró por la ventana de su habitación, la primera vez que lo hacía, y descubrió un pequeño jardín cuyas hiedras escalaban las paredes de piedra del edificio. Una valla alta, de hierro forjado, parecía rodear el edificio histórico. Al otro lado de la verja había como una empalizada, esta vez más baja que la anterior, y a pocos metros de ella se alzaban bajas viviendas de no más de tres plantas de altura. Era curioso ver como se podía ver que aquella zona era el epicentro de un crecimiento exponencial en altura de los edificios circundantes. Cuanto más mirabas a lo lejos más altas eran las construcciones.

La chica siguió observando un poco más aquella ciudad desconocida. Desde allí no podría ver el tráfico de la ciudad, en cambio, veía el humo, quizás despedido por los coches, elevándose por encima de la niebla matutina y la ligera llovizna de la que alguna vez había oído hablar que era característica del país. Era un día gris azulado, como las ojeras que se habían instalado bajo sus párpados, ahora reflejados en el cristal de la ventana. Su consciencia ya le había advertido que desde aquella noche, sus sueños, o más bien sus pesadillas, iban a ser recurrentes; y que a partir de ahora no podría realmente descansar. Algo en ella había cambiado, se había marchado con sus padres, y ya nunca volvería. Eso le hizo recordar la “agradable” cena que había tenido la noche anterior. Tengo que salir de aquí cuanto antes.-pensó Alice.

Se estremeció por el frío que empezó a sentir en sus pies, y fue en busca de algún calcetín y a cambiarse de ropa. Gracias a alguien que había dejado una jofaina sobre una pequeña mesita auxiliar, la muchacha no tuvo que esperar de nuevo a que alguien tuviera que acompañarla al baño para limpiarse la cara y asearse un poco. La muchacha hizo ademán de ponerse a recoger sus cosas, pero ¿qué cosas? No estaba en su casa, y lo único que era realmente suyo era su ropa que por todos los acontecimientos no tenía la menor intención de quedarse con ellas. No quería llevarse ningún mal recuerdo con ella de lo que le había ocurrido a sus padres, salvo el medallón que en la misma noche le había regalado su madre. Echó mano a él, aún lo llevaba colgando del cuello, y el hecho de notar el contacto frío del metal redondeado contra su piel, la reconfortaba, lo suficiente para tomar fuerzas y seguir adelante.

El ruido de unos nudillos llamando a la puerta, la sacaron de sus cavilaciones.
    - Hoy seré tu guía, ¿recuerdas?-
A Alice le sorprendió no encontrarse con Rose, quien parecía la más amable y cordial de entre todos ellos. Sin embargo se trataba de Ethan, quien esperaba allí plantado en vaqueros, camiseta y el pelo aún goteando por la reciente ducha.
    - Primera parada: la cocina.-anunció sonriente invitándola a que saliera al pasillo.-Vamos, no esperarás que te enseñe todo esto con el estómago vacío.-comentó mientras la chica salía ya al pasillo.
    - De acuerdo.-aceptó entre extrañada y divertida.
    - Estupendo, pongámonos en marcha.-sonrió complacido.
El chico comenzó a andar, no demasiado deprisa, ya que esperaba a que la muchacha le siguiera. Alice no quería perder mucho tiempo, a pesar de que el chico parecía mostrarse amable con ella, pensaba que era por pura cortesía, y por lo tanto puro trámite. No quería tener mucho más trato con ellos, al fin y al cabo, en cuanto comiera algo saldría de allí en busca del aeropuerto y marcharía a España, en busca de respuestas.
    - ¡ey! ¿te encuentras bien?-preguntó de repente el chico.
No había sido consciente de que se había quedado atrás parada en mitad del pasillo y rozando un dedo contra otro como solía hacer cuando estaba inmersa en sus pensamientos, nerviosa, o a la expectativa de algo, un gesto que solía hacer su padre, y que por tanto ella había heredado de él.
    - Eh…sí. No te preocupes, estoy bien.-susurró mientras volvía junto a Ethan.
    - Te decía, que desde tu habitación es muy sencillo ir a la cocina. El truco está en recordar que es una S.-sonrió.
    - ¿perdón?-
    - No pongas esa cara como si te estuviera hablando en chino.-comenzó a reír.-El camino que hay que recorrer tiene forma de S. Verás, desde tu habitación hasta la escalinata principal es una S, porque tienes que torcer primero a la izquierda y después a la derecha. Una vez bajas a la planta baja del edificio, el recorrido para llegar a la cocina, es como una gran C. Giras …
    - ¿dos veces a la derecha?-intentó adivinar Alice.
    - Exacto.-confirmó aún más sonriente el chico al descubrir que le habían entendido con su explicación.- Además te será fácil de recordar porque ¿por qué letra comienza cocina?
    - C
    - Eso es. Así que recordarlo es sencillo, quieres ir a la cocina, pues haces un recorrido en forma de C. ¿y escalera?
    - Por E.
    - ¿E? Querrás decir S*.-comentó extrañado el chico.-¡Ah! Eso será en español ¿no?
    - Sí. Es que a veces me cuesta trabajo cambiar el chip anglosajón.-dijo Alice mientras hacía un gesto de cambio a la altura de su sien.
    - Bueno este truco sólo funciona por el momento en inglés.-confesó pensativo.
    - Es nemotécnica ¿verdad?-ella sabía de qué se trataban esos trucos. Eran asociaciones de ideas y esquemas para facilitar el recuerdo de algo. En este caso, Ethan utilizaba las letras por la que empezaba la palabra que se utilizaba para referirse a alguna zona, o habitación del edificio para recordar el recorrido hacia ella.
    - Sí. Cuando era pequeño, recuerdo que siempre me perdía por estos pasillos, porque nunca recordaba el camino de vuelta. Mi hermana solía jugar con nosotros al escondite y nunca me encontraban porque siempre me alejaba demasiado de la zona por donde estábamos jugando. Tenía muy mal perder.-confesó el chico algo avergonzado.
La chica no pudo aguantar sonreír ante la imagen que le venía a la cabeza de un pequeño de ojos azules correteando por los pasillos mientras una niña algo más mayor la buscaba enrabiada por perder al juego de niños.
    - Entonces era cuando le cedía el turno a Dave.-Alice le miró extrañada esperando la explicación de Ethan.-Siempre me encontraba. Siempre sabía donde estaba yo. En parte era un alivio, y en parte un fastidio.-Nunca podíamos ganarle.
    - ¿Nunca?
    - Ni una sola vez. Ni siquiera cuando Cathy y yo intentamos buscarle entre los dos.-confesó algo compungido.
    - Eso es trampa.-dijo aún sonriendo la chica.
    - Quizás. Pero es un secreto.-susurró con complicidad.- Y ahora a la cocina. Hay que alimentarse, y no quiero que nuestra huésped se aburra con mis corredurías de crío.-dijo ceremonioso.
Algún ligero ruidito que otro se oía por los estómagos hambrientos de los chicos y eso hizo que el ritmo de sus pasos se acrecentarara. Si el salón donde habían estado cenando la noche anterior le pareció a Alice grande, la cocina le pareció enorme y extraña; pues ella se esperaba una antigua cocina de fogones como los de antes, mientras que lo que se encontró fue una cocina moderna, de piedra azul con vitrocerámica y una gran barra americana con sus correspondientes taburetes y una mesa de mármol blanco ocupada por varios periódicos de los que asomaba los mechones pelirojos.
    - Buenos días.-saludó Mathew sin levantar la vista del periódico.- Ethan. Alice. Tomad asiento. Hoy el desayuno corre por parte de Catherine.-dijo mientras señalaba a la chica de pelo largo que se movía por la cocina.
    - ¿doble turno durante una semana?-preguntó en susurro Ethan dirigiéndose a Mathew.
    - Más bien dos.-contestó alzando un poco la vista por encima de las hojas de la gaceta.
    - Uff… debe de estar de un humor de perros.
    - ¿Qué significa lo de turno…?.-quiso preguntar Alice.
    - Te lo explicaré luego. Cuando no estemos en territorio comanche.-dijo señalando levemente a su hermana.- ¿Qué quieres tomar?
    - Puedo hacerme el desayuno yo. No hace falta que…-
    - No lo hagas. Es peor créeme.- la muchacha lo miraba extrañada por no saber qué ocurría exactamente. Sabía que era algo relacionado con Catherine, y que quizás pudiera estar vinculado a las discusiones que se habían generado anoche. Sólo eran sospechas pero creía tener motivos suficientes para pensar que se trataba de algún tipo de reprimenda por parte de su madre.
    - Umm…cualquier cosa está bien. Un zumo, o un colacao, o incluso un café con leche. Lo que sea más sencillo y fácil.-con cualquier cosa se conformaba en ese momento. Lo único que quería era evitar darle más trabajo del deseado a la joven que se peleaba entre fogones, y de paso no darle más motivos para que la odiara aún más.
    - Cathy, podrías hacernos ¿un café con leche, tostadas para dos y un colacao, por favor?-solicitó a su hermana en un tono serio.
    - Por supuesto.-rezongó por lo bajo su hermana junto con alguna cosa más que no llegó a escuchar la chica.
    - ¿Dónde están Rose y Dave?-preguntó extrañado.- Me extraña que no esté por aquí. Él no se perdería por nada esto.-comentó en tono jocoso señalando a los fogones.
    - Y no se lo ha perdido. Ha venido a primera hora de la mañana.-comentó Mathew burlón dejando a un lado los periódicos.- Está hablando con Samantha.-dijo esta vez un poco más serio y mirando a Ethan.- Y Rose anda en el mercado, comprando algunas cosas que hacían falta. La he mandado a que compre algunas verduras y demás. Hoy comeremos mi especialidad, pasta con setas.-informó alegremente a los chicos.
    - Está buenísimo. Ya lo verás.-le comentó el chico a Alice.
Alguien carraspeó detrás de Ethan y Alice.
    - El desayuno.-dijo secamente Catherine mientras dejaba los platos sobre la mesa de mármol donde estaban todos sentados.
    - Huele bien. Gracias Cazz.-agradeció su hermano.
    - Muchas gracias.-susurró tímidamente Alice.

Alguien carraspeó detrás de Ethan y Alice.

    - Pruébalas, hay suficientes para los dos.-comentó el chico ofreciéndole el plato de tostadas.
    - Te…te lo agradezco, pero no como en los desayunos. No suele sentarme bien.-explicó disculpándose la chica.
    - ¿sólo el café con leche?
    - Deberías obligarte a comer en el desayuno.-habló Mathew concentrado en su taza.- es la comida más importante del día.-recitaron al unísono los dos varones, como si de una lección aprendida en la escuela se tratara, mientras Alice se contenía la risa al haber visto a ambos realizar los mismos gestos mientras decían aquella frase.
    - Jóvenes.-suspiró Mathew mientras se levantaba de la mesa y se llevaba consigo todos los periódicos.-Catherine, ¿has terminado de limpiar la cocina?
    - Sí.-contestó la chica secamente.
    - De acuerdo, vuelve luego para echarme una mano a colocar la compra que traiga Rose.

Lo siguiente que se escuchó fue la puerta al cerrarse tras ellos, escuchándose tan sólo el mordisquear de Ethan en las tostadas y el ligero tintineo de la cucharilla del café de Alice.

Cuando ambos terminaron de desayunar, se levantaron dejando los platos y vasos en el fregadero y salieron de la cocina.
    - Desayuno y cena, o desayuno y comida.-dijo de repente el chico.
    - ¿perdona?
    - Los turnos.-susurró.-Durante dos semanas mi hermana como castigo ha de encargarse de ello.
    - ¡Ah!”Eso”.-contestó la chica entendiendo por fin a qué se refería.
    - Sí. Y como regla, no se puede permitir que otros te ayuden, o aumentará el tiempo. O los turnos.
    - Por eso no me dejaste ayudar a hacer el desayuno.-comentó la chica comprendiendo lo que había ocurrido durante el desayuno.
    - Bien pues, procedamos a enseñarte parte de la casa.-anunció alegremente el chico de cabellos oscuros, zanjando el tema, y sin esperar respuesta, emprendió la marcha por el pasillo junto a Alice.

Ethan fue indicándole varias partes del edificio. Al parecer había un ala entera dedicada a los invitados, zona donde había estado la chica durmiendo esos días, por eso los dormitorios contiguos al de ella, estaban vacíos. El resto de habitantes de la casa, dormían en otra ala del edificio. También le mostró un par de trucos más para cómo llegar al baño desde su habitación, o a una especie de sala de reuniones gigantesca, donde podrían estar sentadas unas veinte, treinta personas a la vez., incluso le mostró un desván, porque al parecer había otro aún mayor. Alice se fue percatando, que la casa era aún más grande de lo que ella se había imaginado después de haber deambulado por los pasillos, más que una casa grande, parecía una mansión o algo parecido.

La chica se descubrió que andaba sonriendo en una de las veces en las que Ethan le estaba comentando algunas cosas acerca de la casa. Después de llevar un tiempo con él paseando por el edificio, había descubierto, que el muchacho parecía ser de aquellas personas que siempre llevan la sonrisa colgada en sus labios y con una felicidad contagiosa y sincera; tanto que, a pesar de las pesadillas, a pesar de los malos recuerdos, nada más abrir la puerta esa misma mañana, ya le había arrancado a Alice una tímida sonrisa. Al contrario que su hermana Catherine, él se había mostrado amable, al igual que Rose lo había hecho el día anterior.

Recordó el encontronazo que tuvieron en la noche anterior, y se sintió mal por haber tratado a Ethan de forma tan austera, a pesar de su amabilidad para con ella.
    - Has vuelto a hacerlo.-escuchó en la lejanía al chaval.-Alice la miró extrañada, ya que no sabía a qué se refería. ¿En qué piensas?-preguntó de sopetón mientras se dejaba caer en el marco de un gran ventanal que inundaba de luz todo el pasillo, y se arremangaba un poco el jersey.
    - En que no debí tratarte como lo hice anoche. Lo siento-contestó de forma sincera la chica. Por un momento le pareció que el chico cambiaba de expresión para volver rápidamente a esa sonrisa permanente.
    - No te preocupes. Creo saber por lo que estás pasando, y sé que es difícil.-la chica quiso contestar a ello, pero de nuevo habló él.-Y no te marches. Si lo haces, no podrás volver aquí, y si no estás aquí no podemos mantenerte a salvo. No podemos asegurarte que si te marchas, el día de mañana estés viva. Piénsalo.-dijo finalmente, esta vez más serio que las anteriores veces.


Alice se quedó mirando al chico bañado por el sol, mientras pensaba en lo que le había dicho. Sonaba sincero, pero seguía sin saber nada de quiénes eran ellos, y a qué se dedicaban, y eso la hacía desconfiar. De repente, empezó a ver pequeñas líneas plateadas que surcaban los brazos así como parte del cuello del muchacho. Era como si algo lo estuviera dibujando en ese mismo momento, y se echó rápidamente hacia atrás lanzando una exclamación ahogada.
    - Tu…tu brazo…Ethan.-dijo asustada señalando hacia el lugar donde habían comenzado a aparecer aquellas extrañas cicatrices.
    - ¿Qué pasa con mi brazo?-se miró extrañado girando el dorso del brazo mostrándole a Alice más cicatrices y un extraño tatuaje en el dorso de la mano.
    - Lo tienes por todas partes. ¿Qué te está ocurriendo?
    - ¿Alice? ¿Te encuentras bien? ¿Qué te ocurre?
    - ¿Es que no lo ves tú también? Esas marcas. Te acaban de aparecer.-explicó sorprendida la chica volviendo a señalar hacia donde veía las finas líneas plateadas.

El chico le tendió el brazo extendido hacia ella de forma inesperada.
    - ¿Dónde exactamente ves eso?-preguntó el chico muy serio. Alice comenzó a trazar con el dedo pero sin rozarle la piel por dónde veía todas aquellas cicatrices, o pequeños surcos marcados en la piel del muchacho.- ¿Puedes verlas?-preguntó desconcertado a la vez que fascinado.
    - ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Pues claro! ¿¡Cómo si pudieran ignorarse tantas cicatrices!?-exclamó la chica turbada por aquello.- Hay que llevarte a un hosp…

Pero antes de que la chica pudiera terminar la frase, Ethan ya la había cogido del brazo haciéndole correr por los pasillos, mientras ella le preguntaba a dónde la llevaba. Para cuando quiso darse cuenta, pudo ver al final del pasillo las grandes puertas de la biblioteca y escuchar a lo lejos retazos de una conversación
    - ¿Sabes algo de lo que ocurrió en el Instituto de Madrid?
    - Me temo que no. La clave está histérica. No saben que ha ocurrido y no dejan de echarle las culpas a los subterráneos.
    - ¿No crees que hayan sido ellos?-preguntó extrañado el muchacho.
    - No hay pruebas aún que lo demuestren. Pero…
    Samantha no pudo terminar la frase debido a que Ethan y Alice habían irrumpido súbitamente en la sala.
    - Puede verlas.-dijo Ethan aún sorprendido mientras se retiraba la manga del jersey mostrando de nuevo las marcas.
    - No estoy ciega.-dijo zafándose del chico.-Creo que se ha vuelto…
    - Ya te lo dije.-comentó de repente Dave.-No me esquivó en el callejón a pesar del glamour.
    - Esto lo cambia todo.-susurró Samantha mientras se acercaba a la chica.
    - No sé de qué estás hablando.-dijo la chica refiriéndose a Dave.-pero deberíais llevarlo a un hospital, he visto como se le extendía esas cosas por todos sitios. Puede ser grave.-habló la chica angustiada.
    - No te preocupes. Él está bien.-explicó la mujer en un intento de tranquilizarla.-Deberías tomar asiento, Alice.
    - Estoy bien aquí.-contestó la chica sorprendida por el extraño comportamiento de Samantha ante aquello. Ella esperaba preocupación por su hijo, mientras que lo que veía era una especie de tranquila pasividad.
    - Cómo quieras. ¿has oído alguna vez hablar a alguien sobre “el mundo de las sombras”?-la chica negó con la cabeza.-Digamos que, el mundo tal y como lo conoces no es lo único que existe. Quiero decir que hay más allá de lo que el ojo humano puede percibir, y todo aquello que normalmente una persona normal, o un mundano no ve, se le conoce como “Mundo de las Sombras”. Digamos que, muchos de los mitos que se conocen en diferentes culturas realmente existen o existieron en algún momento de la historia.
    - ¿Me está diciendo que seres mitológicos andan a sus anchas y nosotros no podemos verlos?
    - Sí. Vampiros, hombres lobos, hadas, demonios…todos ellos están presentes en tú mundo, en nuestro mundo mejor dicho, sólo que no todas las personas pueden “verlos”.
    - Ya. ¿Saben lo que creo? Que están todos locos.-dijo Alice escéptica.-Yo me largo de aquí.-gritó mientras corría ya por el pasillo con todas sus fuerzas intentando evitar que la alcanzara.

Se sorprendió de ver la puerta principal abierta. Era Rose que al parecer acababa de llegar. Antes de que la muchacha pudiera preguntarle nada Alice, esta corrió aún más buscando la salida hacia las calles de Londres. Cuando la chica pensó que estaba lo suficientemente lejos del caserón, aminoró un poco ya que comenzaba a respirar con dificultad debido al carrerón. De repente la chica descubrió que no sabía dónde se encontraba y se paró unos instantes en la acera de una calle poco transitada.
    - Se está volviendo una costumbre eso de verte salir corriendo de los sitios.-dijo de repente una voz con tono burlón. No hacía falta mirar para saber que se trataba de Dave. Aún así lo buscó con ojos airados, de forma que se lo encontró apoyado en la pared mientras la observaba.- ¿Te has tomado en serio eso de volver a tu país, eh?
    - Más bien, que cuando lo dije, nadie me tomó en serio.-contestó Alice mientras comenzaba a caminar de nuevo.
    - Ven conmigo.-le pidió el chico dejando atrás el sarcasmo y tornándose serio.
    - No si puedo evitarlo. No pienso volver con vosotros. Estáis todos locos. ¿Acaso sois miembros de alguna clase de secta o algo así?-preguntó ella intentando adivinar la respuesta.- En cualquier caso, no quiero tener más trato con vosotros. Muchas gracias por “salvarme”, supongo.-agradeció la chica con sarcasmo mientras recordaba la primera vez que vio al rubio.
    - Espera.-dijo interceptándola.-Si vuelves ahí sola, te matarán como hicieron con tus padres.
    - ¿Y cómo estás tan seguro de ello?
    - Porque sé lo que son.-sentenció él.
    - ¡Oh, claro! Me había olvidado. Vampiros, hombres lobos y demonios.-respondió la chica con sarcasmo.
    - Si te demuestro lo que digo ¿prometes volver conmigo?-la chica lo miró reticente.
    - Supongo, que por intentarlo no va a pasar nada.-comentó Alice accediendo a la petición.-Pero si no, me dejarás marchar sin oponer resistencia alguna.
    - Sígueme.-le pidió Dave haciendo caso omiso del último comentario de la chica.

La chica fue tras él, mientras este le dirigía por pequeñas calles, sin apenas transeúntes, y por donde sorprendentemente no había tráfico alguno. Tras varios minutos se pararon justo en frente de un edificio de dos plantas con un letrero grande declarando el edificio en ruinas.
    - Ya hemos llegado.
    - ¿Me has traído aquí para ver lo que posiblemente sea el hogar de un puñado de ocupas?-miró ofuscada a Dave.
    - ¿Sabes lo que es un caleidoscopio?-preguntó de repente Dave. La chica asintió.-Es cómo cuando jugábamos de pequeños mirando a través de uno.
    - ¿jugabas con uno?-preguntó Alice.
    - Concéntrate.-contestó serio el muchacho.- ¿Recuerdas que había que hacer girar el tubo para poder ver distintos dibujos formados por los cristales?-le preguntó y sin esperar respuesta continuó hablando.-imagínate que tienes uno de esos. Intenta cambiar los cristales y ver otras formas. De ver lo que se esconde del ojo humano. Intenta cambiar el cristal con el que sueles mirar el mundo.

A pesar de que todo aquello le resultaba muy extraño a Alice, la chica intentó llevar a cabo lo que le explicó el muchacho. Intentando imaginarse a ella misma con un caleidoscopio en la mano mientras tanteaba las distintas ruedas del caleidoscopio. De repente la vista comenzó a emborronársele, y volvió a girar los cristales de su caleidoscopio imaginario, como intentando enfocar la imagen. La muchacha se sorprendió, porque de repente comenzó a ver como cambiaba el viejo edificio ruinoso, por uno de aspecto más moderno, en el que se veían varias luces en su interior y sombras con cierto parecido humano, ya que algunos tenían extrañas sombras que sobresalían de su espalda, o algún cuerno que salía proyectado hacia arriba en la frente. Se fijó en el cartel, donde antes ponía en ruinas, ahora se podía leer: “El Cuerno del Demonio”. La puerta del local se abrió derramando su luz a la acera y dando paso a un pequeño hombrecillo y a una chica de larga melena verde y alas parecidas a la de una mariposa que brotaban de su espalda. La chica se volvió hacia Dave quien la miraba con una sonrisa triunfal, mientras ella se quedaba mirándolo de hito en hito, sin llegar aún a comprender lo que acababa de ver y lo que había ocurrido.

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